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Hoy quiero invitarlos a disfrutar de este pueblo como lo disfrutamos los que vivimos acá.
Recorrer sus senderos, caminar tranquilos. Apreciar un momento a la orilla del río en cualquier época del año, presenciar un atardecer rosa, y por qué no, la famosa “corona de novia” cuando viene viento. Juntarse en la plaza, dar vueltas por la feria de artesanías. Contemplar la Iglesia, ese techo rojo que te guiará ni bien comiences a bajar por las Altas Cumbres.

Nono tiene todo. Tiene hotelería, tiene paisajes increíbles, tiene calma, tiene paz.

El turismo es cambiante y dinámico. Desde nuestro lugar como gobernantes estamos trabajando por un Nono turístico, cultural y sustentable, acompañado de obras que nos ayuden a mejorar la infraestructura, y brindar mejor calidad de servicios a ustedes, los visitantes.

Nono tiene todo, pero hay que cuidarlo. Por eso los invito a llevarse la basura cuando van al río, a respetar los horarios de la siesta sin ruidos molestos, caminar tranquilos y sin prisa y respirar el aire puro de las sierras.

Bienvenidos a Nono. En esta página encontrarás lo que necesites para tu estadía. Y no te olvides que estamos en la oficina de turismo los 365 días del año para ayudarte.

 

Matías Ramírez
Intendente

Municipalidad de Nono

ORIGEN DEL NOMBRE NONO

Los Nonos son dos hermosos cerros (de las sierras de Achala) se levantan altivos y elegantes a la vera del río de Los Sauces.
Cuenta la leyenda que, cuando llegaron los españoles, vieron a la esposa de un cacique comechingón amamantando a su bebé recién nacido. Su extrema hermosura captó la atención de un soldado que comenzó a perseguirla en pos de tomarla para sí. El cacique, testigo de la escena, arrojó su lanza dirigida al soldado pero, por infortunio, impactó en la mujer. Abatida y sin fuerzas, ella cayó boca arriba con su bebé en brazos.

El pueblo comechingón lloró su perdida y suplicó a los dioses que enviaran una señal para recordarla perpetuamente. Tiempo después, surgieron sobre la tierra dos cerros redondos y paralelos, que los aborígenes llamaron Ñu-Ñu (senos de mujer en lengua quechua). Con el correr de los años, el nombre derivó en Nono.