Los pasos del Santo José Gabriel Brochero por Nono
El 18 de noviembre de 1869 Don José Gabriel fue destinado al remoto departamento de San Alberto, situado al otro lado de las imponentes Sierras Grandes. San Pedro, la cabecera del departamento, fue su primer destino al cual llegó tras un arduo viaje de tres días en mula a través de montañas escarpadas. Impulsado por su vocación y voluntad personal, pronto decidió establecerse definitivamente en la Villa del Tránsito, hoy conocida como Villa Cura Brochero en su honor.
Este joven sacerdote se enfrentaba a una misión monumental: una parroquia que abarcaba 4.336 kilómetros cuadrados, poblada por más de 10.000 almas dispersas en tierras inhóspitas, separadas por las Sierras Grandes que se alzaban majestuosas a más de 2.000 metros de altura.
La falta de caminos y escuelas, sumada a la pobreza material y moral de sus habitantes, no fue obstáculo para el corazón apostólico de Don José Gabriel. Desde el primer momento, dedicó su vida no solo a llevarles el Evangelio, sino también a educarles y promover su bienestar, transformando la región con su entrega incansable.
Un faro de esperanza en un territorio olvidado
Entre 1880 y 1912 Argentina se estructuró como una economía agroexportadora, consolidándose en el mercado mundial como un destacado exportador de cereales y carnes. Este modelo de desarrollo se centró en la región pampeana, cuyo suelo fértil se explotó al máximo, mientras que el resto del territorio, incluyendo la región de Traslasierra, quedó prácticamente olvidada y sumida en el atraso económico y moral.
En este contexto, la llegada del Cura Brochero al valle de Traslasierra adquirió una importancia fundamental. Conocido como el Cura Brochero no solo se limitó a su labor pastoral, sino que a través de sus contactos y su inquebrantable determinación, se ocupó personalmente de mejorar la situación de los habitantes de esta región aislada. Logró llevar educación, comunicación y esperanza a los parajes olvidados, iluminando con su presencia una zona marginada por el modelo económico dominante.

POSTA 1: IGLESIA SAN JUAN BAUTISTA (1850/1915/1925)
Imagina un tiempo en el que Nono apenas era un punto en el mapa, un pequeño rincón de la vasta Córdoba. Corría el año 1598 cuando un encomendero llamado Juan Nieto decidió levantar una capilla en lo que ahora es el Gran Hotel Nono. Con el paso de los siglos, la capilla creció, cambiando de forma y de lugar, y fue en 1718 cuando se le otorgó el patronazgo de San Juan Bautista. Pero su historia no fue fácil; tras múltiples intentos fallidos de reparación, el pueblo finalmente vio el nacimiento de su iglesia actual en 1908.
José Gabriel del Rosario Brochero, el Santo Cura Gaucho, jugó un papel crucial en la construcción de la nueva iglesia. Junto a Don Vicente Castro, organizó colectas y movilizó a la comunidad para que, con esfuerzo y fe, se erigiera el edificio que conocemos hoy. Gracias a su liderazgo, la iglesia fue finalizada en 1915 y finalmente inaugurada en 1925 por el Obispo de Córdoba, Inocencio Dávilas y Matos.
Esta iglesia, que parece vigilar el pueblo desde lo alto con su tejado rojo que se distingue a kilómetros, se erige como un faro espiritual y arquitectónico. Sus muros de un estilo neogótico albergan una nave en forma de cruz románica, sencilla pero majestuosa, donde los rayos de luz se filtran a través de vitrales, llenando el espacio de un resplandor casi celestial. El altar, dorado pero sin excesos, invita al recogimiento.
Justo enfrente, la Plaza San Martín cuenta su propia historia. Nacida en 1883, ha sido testigo de tantas reformas como la Iglesia misma. Sus árboles y senderos han sido cómplices de innumerables ferias de artesanos, risas de niños y murmullos de enamorados. Este rincón, cargado de historia y vida, es el corazón palpitante de Nono.
POSTA 2: ACEQUIA DEL CURA BROCHERO (1880)
Un día del año 1880 José Gabriel del Rosario Brochero, escribió una carta al Gobernador de Córdoba con la esperanza de llevar vida a un terreno que había adquirido cerca del Río Chico. Pidió permiso para construir una acequia que llevara agua a sus pastos destinados a alimentar al ganado y, en última instancia, servir al bien común.
Las acequias fueron construidas serpenteando por el campo, cruzando tierras de otros vecinos, llevando consigo la promesa de prosperidad.
La historia tuvo sus desafíos pues otros dueños de tierras situados río arriba, comenzaron a reclamar más agua para ellos. A pesar de los problemas, las acequias de Brochero lograron cumplir su propósito durante años.
Hoy, aunque el paso del tiempo ha hecho que las acequias sean ruinas, la naturaleza aún conserva su legado. Si observas desde lo alto verás las líneas verdes que siguen las antiguas rutas del agua como cicatrices en el paisaje, recordándonos la visión y el esfuerzo de un hombre que quería transformar su tierra.
Posta 3 Camino del Empedrado (1883)
Hacia el inicio del año 1883 la región de Traslasierra estaba despertando de un largo y doloroso sueño. Durante décadas, esta tierra había sido testigo de batallas y desolación, pero el espíritu de su gente seguía ardiendo con fuerza. Entre ellos, José Gabriel del Rosario Brochero se destacó no solo por su devoción religiosa, sino también por su firme deseo de ver a su tierra prosperar.
Brochero no estaba solo en su empeño. Con la ayuda de amigos influyentes como el gobernador Miguel Juárez Celman y de otros vecinos, comenzaron a trazar el futuro de la región.
El 1º de marzo de 1883, un decreto autorizó la construcción de un camino de herradura que conectaría Traslasierra con la ciudad de Córdoba. Este camino, conocido como el Camino del Empedrado, fue una obra de amor y necesidad, empedrada a mano y con cuidado, donde cada piedra fue colocada con la esperanza de un mañana mejor.
Con el tiempo, este camino se convirtió en una arteria vital para la región, precursor del actual camino de las Altas Cumbres.
Más que un simple sendero el Camino del Empedrado simboliza el fin del aislamiento, un recordatorio del poder de la comunidad y de la visión de un hombre que, con fe y determinación, cambió el destino de todo un valle.
